Oler el café
¿A qué huele el café? O, mejor dicho, ¿Qué nos dice el olor del café? Esta bebida forma sus olores desde el fruto, pero sobre todo, del tratamiento que las personas les dan. El tipo de grano, su fermentación, tostado y extracción son los momentos que perfilan su aroma y su sabor. Su historia es larga y su perfil sensorial ha atendido a distintas normas culturales del gusto; por ejemplo, hacia inicios del s. XVII en Constantinopla los turcos lo llamaban Cahue, lo bebían para socializar después de la comida, se bebía lo más caliente posible y lo acompañaban con pepitas de melón (Braudel 1984). Hoy en día, muchos dirían que el exceso de calor le da un sabor quemado, pero bueno, sólo quiero resaltar que existe una gran diversidad de gustos (culturales y personales) sobre una misma bebida.
Hasta
hace un par de décadas no había una gran socialización de conocimientos sobre
el café en Chihuahua, ya que en nuestro entorno ecológico es poco accesible;
intuyo que la mayoría crecimos tomando sustitutos de café (ese polvo que no es
café, pero que así llamamos). Afortunadamente, cada vez son más accesibles los
ricos cafés veracruzanos, guerrerenses, oaxaqueños, michoacanos, chiapanecos y
poblanos. Debo decir que, aunque he tomado mucho café, mi conocimiento sigue
siendo muy limitado, pero el encuentro fortuito con Saúl y Yunuén, y su
desinteresada forma de compartir saberes, sabores y aromas me ha dado algunas
herramientas para escribir algo sobre el tema.
Saúl
se ha dedicado al comercio y al tratamiento del café desde hace varios años en
Chihuahua, por lo que ha invertido mucho tiempo y atención en la exploración
sensorial de esta bebida. Su labor lleva casi 20 años, dándonos a los
chihuahuenses la posibilidad de adquirir café fresco de distintas regiones y que
han sido sometidos a distintos procesos, ofreciéndonos múltiples rostros
sensoriales de la bebida. En una de nuestras pláticas sobre el tema, nos dijo
tener una nariz del café y nos citó en Negro Blanco Café para
mostrárnosla. La nariz del café es un archivo olfativo diseñado por Jean
Lenoir que integra 36 esencias aromáticas relacionadas con el café, estas son
categorizadas en enzimáticas, destilación seca, caramelización
y contaminaciones. Este tipo de archivos son muy utilizados para la
capacitación de baristas y catadores de café, ya que ayudan a relacionar olores
con el grano, sus procesos y sus “defectos”. Cuando llegamos a Negro Blanco
Café, Saúl y Paco, que es barista, habían montado un mesa para hacer un
ejercicio de estimulación mnemónica a través del examen olfativo de estas
esencias. Nos dio una lotería con imágenes, realizadas por el ilustrador
Joaquín Nava para el Kaldi café, que corresponden a cada esencia,
nosotros debíamos relacionar los olores con los dibujos para conocer nuestros
aciertos y desaciertos. Es, por decirlo así, un examen de opción múltiple.
Además, debíamos incluir descripciones y evocaciones surgidas de cada olor.
Saúl, Charli, Paco y yo realizamos el examen olfativo. Olimos avellanas,
almendras, cacahuates, tabaco, frutas como manzana
y albaricoque y algunas variedades de flores; también olimos esencias
extractadas de elementos considerados como “contaminaciones” del café como cuero,
humo, paja y tierra.
Además
de que me fue muy mal en el examen, experimenté una gran frustración a la hora
de querer enunciar los olores que percibí, literalmente no tuve palabras para
hacerlo, tal vez no existen nombres para hacerlo, y por eso recurrimos a
metáforas y analogías para describir olores y sabores. Históricamente las
instituciones del conocimiento no se han preocupado mucho por hablar sobre los
aromas y los sabores. Desde los tiempos de Platón, los sentidos del gusto, el
tacto y el olfato fueron minimizados en la exploración de la racionalidad y la
conformación de conocimiento (Korsmeyer 2002). De hecho, no son pocas las obras
del pensamiento filosófico encaminadas a minimizar o a calificar negativamente
la reflexión en torno a estas experiencias sensibles. Kant, por ejemplo,
describe al gusto y al olfato como sentidos inclinados a lo subjetivo (a
diferencia de la vista y al oído, que se inclinan a la razón) (Kant 2014) o a
Hegel, quien excluye al tacto, olfato y gusto de los sentidos capaces de
brindarnos experiencias estéticas, por no estar vinculadas a significados
universales. Es entonces nuestro momento de terminar con esta hegemonía.
Salgamos a oler, a probar y a enunciar estas sensaciones. Hay un mundo por
conocer desde la comida y la bebida en Chihuahua, es nuestra tarea construir
conocimientos sobre las calidades, los aromas y sabores en esta capital norteña
y lo tenemos que hacer acercándonos a quiénes conocen las materias primas y los
procesos.
Frascos que guardan olores. Foto: Faridy Bujaidar |
Paco y Charli haciendo el examen olfativo. Foto: Faridy Bujaidar |
Yunuén también nos compartió de su delicioso pastel de chocolate, pero esa es otra historia. Foto: Faridy Bujaidar |
Referencias
Kant,
Immanuel (2014): Antropología en sentido pragmático. 1. ed. México: FCE [u.a.]
(Filosofía).
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