Imagen etnobotánica de la lechuguilla: interseccionalidad entre ciencia, arte y antropología

 

PRIMERA PARTE

Por Faridy Bujaidar

Imagen Etnobotánica de la lechuguilla integra una exposición con treinta fotografías tomadas por productores de esta bebida que radican en la sierra que divide a los municipios de Urique y Batopilas en la región conocida como Baja Tarahumara (Sariego 2002). A la fecha, esta exposición ha sido presentada públicamente en el Salón Ejidal del municipio de Batopilas (2023), en Plaza Cultural Los Laureles en Chihuahua capital (2024) y en Club Nowhere, en Marfa, Texas (2025) en los marcos del Festival de Arte Nuevo y el Agave Festival Marfa. Sin embargo, esta exposición no fue planeada para tal fin, sino que se fue germinando de a poco a partir de un vacío académico sobre la biodiversidad de agaves en esta región.

Ilustración 1. Carteles circulados en las plataformas de la Secretaría de Cultura del Estado de Chihuahua para las exposiciones de 2023 y 2025, llevadas a cabo en Batopilas y Marfa, Tx. respectivamente.

La imaginación, en este contexto, fue el hilo conductor que permitió transitar una necesidad académica para convertirla en un taller de fotografía, una base de datos, una selección de imágenes impresas sobre tela, un video, una genealogía, un texto y un poema. En este proceso, diferentes personas (productores de lechuguilla, sus familias, investigadores, gestores, artistas y funcionarios públicos) poco a poco fuimos articulando saberes y trabajo conjunto, generando diferentes espacios para el diálogo y la reflexividad nutrido desde distintos paradigmas desde su germinación en el año 2022. En esa intersección, su dimensión procesual fue revelando su potencia como práctica que representa, convoca y transforma a través de la ciencia, el arte y la antropología.

Esta exposición, más que un producto acabado se ha ido develado como un evento en continua transformación que ha cobrado diferentes sentidos a partir del contexto: durante la toma de imágenes, en el intercambio a través de redes sociales, la construcción colectiva de significados en cada presentación, en su movilidad y a partir del involucramiento humano en que productores, investigadores y públicos diversos hemos interactuado.

Este asunto inició cuando la Dra. Gail Mummert me dijo: “Necesitamos saber más sobre las plantas” después que presenté algunas imágenes de los agaves usados en Batopilas para la elaboración de lechuguilla: “no te pedimos un trabajo como el de Humboldt, pero si necesitamos saber más sobre las plantas”. El Dr. Adolfo Rebolledo remató diciendo: “tal vez en treinta años esas plantas ya no existan”. Me abrumé: ¿cómo podría yo (abogada y antropóloga) aportar conocimientos biológicos sobre plantas que están ubicadas en un territorio tan inaccesible? Esta labor quedaba fuera de mi cronograma, mi presupuesto y de mis campos de conocimiento.

Hasta ese momento había podido observar que, en Batopilas, quienes participan en la elaboración de la lechuguilla emplean sistemas de clasificación propios muy distintos de los científicos. Los agaves, también conocidos como magueyes o lechuguillas, se distinguen localmente tanto por rasgos visuales como por cualidades temperamentales. Así, existen variedades como el verde y el cenizo, identificadas por sus tonalidades; pero también son reconocidos a partir de su condición de seres vivos dotados de agencia, capaces de transmitir parte de su personalidad. De ahí surgen denominaciones como casero, bronco y bravo. El primero alude a una variedad domesticada; el segundo designa un maguey silvestre que crece en zonas escarpadas y es de difícil acceso; y el último se refiere a aquel cuya savia resulta más agresiva, evocando su poderosa defensa frente a la depredación humana. Existen otras denominaciones como chino y chauí, que atienden a observaciones de naturaleza distinta (Bujaidar 2025).

Ilustración 2. Tavi Torres entre chauís y lechuguillas.

En esta clasificación, el acto de observar no se restringe a la inspección visual, sino que implica una aguda atención sobre las plantas empleando una multiplicidad de sentidos (RAE 2025). Se observa el olor, la textura de las hojas, el escozor que causa su savia sobre la piel, la naturaleza indómita de ciertas especies que se aprecia en personalidad y su anatomía. Sin embargo, la tradición de nuestro conocimiento teórico y académico se ha cimentado principalmente en la observación de experiencias audiovisuales y, peor aún, ha girado en torno a una visión hegemónica de la dimensión humana, tendiendo a desdibujar la influencia del entorno material, ecológico y vivo en el que nuestra especie se inserta y del cual se retroalimenta (Martin 1993; Ingold 2000; Latour 2005; Haraway 2008; Knorr 2002).

En este contexto, fue que supuse una aportación valiosa el reconocimiento cultural que hacen los productores de lechuguilla sobre las plantas que usan para este fin, en el que los agaves también modifican cursos de acción y participan en la construcción de lo social y lo simbólico (Latour 2005). Pero esta aportación demandaba la intervención de otros paradigmas capaces de ampliar las formas de conocer, interpretar y de valorar estas plantas, ya que esta actividad productiva enfrenta grandes desafíos derivados del aumento de su demanda y su aprovechamiento histórico en estado silvestre.

Por ello, mi intención no debía limitarse a la obtención de datos, sino que debía ofrecer posibles soluciones a problemáticas ecológicas, políticas y económicas que atraviesa la producción de la lechuguilla en Batopilas. A final de cuentas, en la labor etnográfica los investigadores somos conscientes de nuestra incidencia en la generación de nuevas realidades (Graeber 2001) a través del uso de la imaginación y el ejercicio creativo (Ingold 2017). Bajo este supuesto, el ejercicio etnográfico es también un compromiso humano con las comunidades a largo plazo y un involucramiento generoso con profundidad relacional que sea sensible al contexto (Ingold 2017).

Fue así como fue germinando un proceso creativo nutrido con ideas de la Dra. Gabriela Zamorano y la Dra. Laura Roush para materializar un taller de fotografía móvil dirigido a los productores de lechuguilla, lo que me permitiría integrar una base de datos con imágenes y lugares de los agaves para su identificación con un especialista. Entonces comenzamos una serie de acciones para concretar: Margarita Martínez (Mago), entonces secretaria del Centro de Estudios Antropológicos (CEA) de El Colegio de Michoacán, (con autorización del CEA) me apoyó elaborando invitaciones personalizadas para los productores y sus respectivas constancias de participación. Poco a poco, la etnografía comenzó a tomar una dimensión colaborativa y multisituada cimentada en la confianza, la creatividad, el compromiso y la aportación de una multiplicidad de personas en interacción y diálogo constante.

En este proceso, uno de los retos más grandes fue entregar las invitaciones a los productores pues implicó el viaje a Batopilas (que lleva entre 6 y 8 horas por carretera, dependiendo de las condiciones del camino), y un viaje en ascenso por la barranca que implico un día entero y trasnochar en la sierra. En este viaje, fui guiada y acompañada por Gregorio y Tavi Torres, ambos productores (padre e hijo).

Ilustración 3. Del lado izquierdo se muestran los puntos indican los lugares del recorrido en la repartición de invitaciones (a través de google fotos). A la derecha un paisaje capturado durante el recorrido (Autoría propia).

En esta etapa enfrenté un cuestionamiento ético que derivó de la entrega de invitaciones escritas a hombres mayores que no saben leer. La mayoría de los productores recibieron las invitaciones con entusiasmo, sin embargo, cuando se la entregué a Lázaro, me dijo con inconformidad: “esto no platica conmigo”. Intenté subsanar esta incomodidad leyéndole la invitación, pero en cada línea pronunciada me fui sintiendo un poco más ridícula, al darme cuenta de que la redacción tampoco era plenamente accesible. Así que hice la invitación a un lado, y le pregunté a Lázaro qué cosas sí platicaban con él: “las cosas con las que trabajo… la agricultura… los animales, las plantas… mi escuela es el campo”. Este encuentro me llevó a repensar las dimensiones hegemónicas del conocimiento académico, el desplazamiento de conocimientos locales y a replantear mis propias motivaciones y compromisos con la comunidad, lo que posteriormente me motivó a dar vitalidad a las fotografías de los productores.

El siguiente reto fue encontrar a alguien con más conocimientos técnicos sobre la fotografía que pudiera apoyarme en la impartición del taller, que además tuviera suficiente sensibilidad y trato humano para compartir sus saberes. Casi de manera azarosa apareció Roberto Robles Campos, quien de manera desinteresada se sumó al proyecto sin saber qué forma tomaría. Charly (Carlos López) apoyó desde Xalapa donando un celular nuevo para el taller.

El 24 de mayo de 2022, partimos Roberto y yo rumbo a Batopilas por carretera compartiendo música, historias y la gran alegría que viene aparejada con el reencuentro de una vieja amistad. El viaje a Batopilas fue épico (como siempre): atravesar el desierto, subir a la sierra y bajar hasta el semi trópico por carretera permite integrar una comprensión compleja del territorio Chihuahuense que pocas personas conocen, articulada a la experiencia compartida de algunos productores que habitan, conocen e interactúan en este territorio.

Fue así como (sin haberlo planeado de antemano) fuimos generando la exposición Imagen etnobotánica de la lechuguilla, en que el ejercicio antropológico fue tomando vitalidad como disciplina capaz de cuestionar la separación entre imaginación y realidad, mostrando cómo más allá de ser un ejercicio abstracto, el acto de imaginar puede contribuir a realidades sociales y culturales (Ingold 2017; Graeber 2001). También permitió replantear nuevas alternativas metodológicas capaces de vincular, nutrir, revitalizar y descolonizar la práctica etnográfica clásica, articulando de manera productiva el compromiso social y político del sector académico (Dietz 2011).

Desde sus inicios, el valor de esta exposición se ha cimentado en el esfuerzo conjunto, en su poder para convocar personas y articular haceres y saberes provenientes de espacios diversos (las vinatas, el campo, salones, oficinas, talleres de arte, salas de exposición…); en su capacidad para visibilizar una actividad productiva que históricamente ha sido orillada a los márgenes, y que desde la clandestinidad ha podido preservar una multiplicidad de conocimientos encarnados al territorio serrano de Chihuahua, para ser compartidos en imágenes, textos, testimonios y traguitos de alcohol.

Salud y gracias a todas las voluntades que han ido dando vida a este proyecto, con la firme convicción de que un mundo mejor es posible a través del diálogo y el trabajo conjunto. Pronto les contaremos sobre otros momentos claves de este proceso.

Ilustración 4. De izquierda a derecha: Lázaro Torres, Faridy Bujaidar y José Ortíz en El Vallecito, en Batopilas durante el registro fotográfico. Autoría de Gregorio Torres.

Referencias

Bujaidar, Faridy. 2025. Entre sotoles y lechuguillas: construcción de valor en bebidas espirituosas de Chihuahua. Tesis doctoral inédita. El Colegio de Michoacán, A.C.

Descola, Philippe. 2013. Beyond Nature and Culture. Chicago: University of Chicago Press.

Dietz, Gunther. 2011. “Hacia una etnografía doblemente reflexiva: una propuesta desde la antropología de la interculturalidad.” Revista de Antropología Social 20: 109–135.

Graeber, David. 2001. Toward an Anthropological Theory of Value: The False Coin of Our Own Dreams. New York: Palgrave.

Haraway, Donna. 2008. When Species Meet. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Ingold, Tim. 2000. The Perception of the Environment: Essays on Livelihood, Dwelling and Skill. London: Routledge.

Ingold, Tim. 2017. “¡Suficiente con la etnografía!” Revista Colombiana de Antropología 53 (2): 143–159. https://www.scielo.org.co/pdf/rcan/v53n2/0486-6525-rcan-53-02-00143.pdf.

Jay, Martin. 1993. Downcast Eyes: The Denigration of Vision in Twentieth-Century French Thought. Berkeley: University of California Press.

Korsmeyer, Carolyn. 2002. El sentido del gusto: comida, estética y filosofía. Barcelona: Ediciones Paidós.

Latour, Bruno. 2005. Reassembling the Social: An Introduction to Actor-Network-Theory. Oxford: Oxford University Press.

Real Academia Española. 2025. “Observar.” Diccionario de la lengua española, RAE. Consultado el 11 de diciembre de 2025. https://dle.rae.es/observar.

Sariego, Juan Luis. 2002. “La cruzada indigenista en la Tarahumara.” Alteridades 12 (24): 129–141. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

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