El sabor de las temporadas: saberes en las bebidas espirituosas

Matías Domínguez Laso y Faridy G. Bujaidar 

La producción artesanal de bebidas espirituosas en entornos rurales requiere un profundo conocimiento del territorio, los tipos de suelo, el clima y la disposición ecológica. Este saber, acumulado a lo largo de generaciones, surge de la interacción constante entre las comunidades campesinas y su ecosistema, configurando un modelo de producción basado en la observación y adaptación al entorno.

Las texturas, aromas y sabores de estas bebidas no solo responden a procesos técnicos, sino también a un legado cultural que enriquece la experiencia sensorial de su elaboración. La producción implica un mutualismo biológico complejo, donde la relación entre especies vegetales, microorganismos y factores climáticos incide directamente en la calidad y sostenibilidad del destilado (Ojeda 2022). En este sentido, la observación del clima y las temporadas permite a los productores optimizar los recursos disponibles, garantizando la eficiencia en el rendimiento y la expresión sensorial de las bebidas.


Fotografía 1. Paisaje de la sierra de Batopilas en las temporadas de calor y lluvia. Autoría de Matías Domínguez Laso y Faridy G. Bujaidar.

En el contexto actual, la creciente demanda del mercado global representa un desafío para la preservación de estos saberes, ya que el aumento en la explotación de especies silvestres amenaza su viabilidad y el equilibrio ecológico. La permanencia de este conocimiento tradicional es crucial para garantizar la sostenibilidad de los recursos y la continuidad de una producción que, más allá de su valor económico, constituye un patrimonio cultural e identitario (Arizpe 2006).

Culturalmente, clasificamos el año en cuatro estaciones —primavera, verano, otoño e invierno— para representar variaciones meteorológicas, las cuales influyen en las actividades agrícolas, las siembras y las cosechas. La percepción del clima permite a los campesinos evaluar, accionar e interactuar con su entorno, otorgándole sentido y significado desde su experiencia cotidiana (Tuan, 2007). Los campesinos se caracterizan por su relación constante con el entorno, basada en el uso, manejo y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, tanto de manera temporal como permanente. Su modelo de producción generalmente está diversificado, lo que les permite garantizar su subsistencia y adaptarse a las condiciones ambientales y económicas.


Fotografía 2. Paisaje de Kírare en la temporada de calor y lluvia. Autoría de Matías Domínguez Laso y Faridy G. Bujaidar.

La temporalidad juega un papel fundamental en la organización de sus actividades productivas, ya que determina los ciclos de cultivo y la eficiencia en el aprovechamiento de los recursos. El cultivo de milpa constituye una práctica común que es complementada con otras actividades como la ganadería a pequeña escala, elaboración de carbón, criado de gallinas, y la elaboración de bebidas destiladas que en este texto es lo que nos ocupa. Esta actividad no solo representa un ingreso económico, sino también un elemento clave para el bienestar y la estabilidad económica de comunidades rurales en Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Puebla, Durango, Sinaloa, etc. En Chihuahua, la producción de sotol y lechuguilla se identifican las temporadas de frío, calor y lluvia como referencia empírica para organizar el trabajo.

En contraste, los sistemas de producción industrializada están orientados exclusivamente a la maximización de la producción, sin considerar los impactos ambientales ni la procedencia de la materia prima. Esta lógica de mercado y rentabilidad tiende a desvincular el proceso productivo de su contexto ecológico y cultural, generando una brecha entre la producción y el conocimiento tradicional sobre los recursos naturales.

El término temporada proviene del latín tempus (tiempo) y oris, y su sufijo -ada indica un período (RAE 2025). La producción agrícola en México se organiza en dos ciclos estacionales: primavera-verano y otoño-invierno, cuya planificación responde a las características fisiológicas y ecológicas de cada cultivo. La determinación de los periodos de siembra y cosecha depende de factores como la disponibilidad de luz solar, la resistencia a temperaturas extremas y la tolerancia a la sequía.


Fotografía 3. Paisaje de la sierra de Batopilas en las temporadas de calor y lluvia. Autoría de Matías Domínguez Laso y Faridy G. Bujaidar.

Asimismo, ciertos cultivos presentan una mayor vulnerabilidad a plagas y enfermedades, lo que requiere una gestión estratégica de los recursos agrícolas y un monitoreo adecuado de las condiciones ambientales para optimizar el rendimiento productivo y garantizar la sostenibilidad del sistema agroalimentario. A diferencia de las estaciones del año, las temporadas agrícolas no están calendarizadas sino que son ciclos flexibles que dependen de condiciones climáticas específicas. Las lluvias pueden iniciar en abril, mayo o junio, y si no ocurren, simplemente se considera que no hubo temporada de lluvias.

En la actualidad, los efectos del cambio climático han generado transformaciones significativas en los patrones climáticos, particularmente en la disminución de las temperaturas invernales, lo que ha afectado directamente a los cultivos de temporal. La variabilidad en las precipitaciones, caracterizada por su escasez e irregularidad, ha comprometido la disponibilidad de agua para la producción agrícola, generando impactos negativos en el rendimiento de los cultivos. Asimismo, el aumento en la incidencia de plagas ha representado un desafío adicional para los sistemas agrícolas, debido a las condiciones ambientales que favorecen su proliferación. Estos fenómenos evidencian la necesidad de adaptar estrategias de manejo agroecológico y fortalecer la resiliencia de los cultivos frente a las alteraciones climáticas.

Tanto el agave como el sotol tienen temporadas específicas de producción, determinadas por factores como rendimiento, sabor y calidad viva. Esto se debe a que las plantas almacenan agua, son como esponjas y es cuando se abastecen para poder soportar la temporada de secas, lo que hacen que almacenan todo lo que pueden y por consiguiente su composición cambia. El sotol, en atención al conocimiento ecológico tradicional de los productores, no debe producirse durante la temporada de lluvias, ya que el crecimiento de la planta reduce el rendimiento y altera el perfil sensorial, otorgándole un sabor "verde". Lo mismo ocurre con el agave, cuya producción es más efectiva cuando las lluvias han cesado. En esta temporada, las dificultades del clima pueden reducir la producción hasta en 20 litros por pilada[1].

La concentración de agua en las plantas, influenciada por las condiciones climáticas, particularmente en la temporada de lluvias, afecta la variabilidad en la proporción de azúcares reductores y, en consecuencia, la concentración final de azúcares en el producto. Este fenómeno está estrechamente relacionado con el nivel de estrés fisiológico que experimenta la planta, el cual induce procesos metabólicos diferenciados que impactan directamente en la transformación de sus compuestos químicos y en la calidad sensorial del destilado.

El momento ideal para iniciar la producción es cuando la temporada de lluvias termina, generalmente en agosto, septiembre u octubre, con el inicio del frío, que permite una fermentación lenta, favoreciendo el rendimiento. La temporada de calor también es favorable, pues el maguey alcanza su mejor punto en este período. Además, los productores observan las fases lunares, asegurando que la producción en la fase terminal de la luna logre un mejor rendimiento por el aumento de los azúcares en la planta.

Fotografía 4. Maguey cenizo en temporadas de lluvia y calor. Autoría de Faridy G. Bujaidar y Matías Domínguez Laso. 

Además, el perfil sensorial de los destilados se determina por varios factores que derivan de la temporada, el espacio y el proceso de elaboración en el que la fermentación, la diversidad de levaduras y bacterias configuran un consorcio microbiológico que contribuye al desarrollo de aromas y sabores característicos. Estos microorganismos desempeñan un papel fundamental en la producción de compuestos volátiles, los cuales son responsables de las propiedades organolépticas de la bebida. Sin embargo, en años recientes, el auge de los mexican spirits y su alta demanda han alterado estas prácticas. La presión por abastecer el mercado ha desplazado el conocimiento tradicional, dando lugar a producciones ininterrumpidas a lo largo del año, lo que ha generado la sobreexplotación de los recursos (agaves, agua, leña), afectando los rendimientos y la calidad sensorial.

En agosto de 2022, visité una vinata en Temósachi, propiedad de un empresario chihuahuense y operada por una familia local liderada por Carlos. A pesar de que llovía en ese momento, la producción continuaba, por lo que pregunté si era recomendable trabajar en esas condiciones. Carlos respondió que no, pero que en esa vinata "hacen magia para que salga bueno".

Este cambio revela un choque entre la sabiduría campesina y las lógicas industriales, donde la necesidad de abastecimiento pone en riesgo las prácticas campesinas, preservación de las especies locales, riqueza simbólica y ecológica de las temporadas. El valor de la producción artesanal no radica solo en la técnica, sino en la paciencia, la espera y la sensibilidad para reconocer cuando la naturaleza   ofrece su mejor versión. La pregunta sigue abierta: ¿Cómo podemos equilibrar tradición y demanda? Ese es el verdadero desafío.

Referencias:

Arizpe S, L. (2006). Culturas en movimiento: Interactividad cultural y procesos globales (1. ed.). Conocer para decidir. Cámara de Diputados LIX Legislatura; UNAM-Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias; Miguel Angel Porrúa.

Ojeda Linares, C. I. (2022). Manejo de fermentos en México: Una perspectiva ecológica y cultural. Tesis de doctorado en ciencias. Universidad Nacional Autónoma de México.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. <https://dle.rae.es> [11 de abril de 2025].

Tuan, Yi-Fu (2007). Topofilia: Un estudio sobre las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno. Melusina.                                                                                          

 



[1] Cantidad de producto fermentado de la pila (aproximadamente 4.5 m³)

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