Un patrimonio clandestino: estigma del alcohol artesanal en Chihuahua

 Por Faridy Bujaidar

“El vino es la sangre de los trabajadores, lo que les da fuerza y el entusiasmo de cumplir su labor; es la compensación de su vida miserable, la fiesta a la que tienen derecho”

Michel de Certeau

La ilegalización de la producción de alcoholes en México está marcada por diferentes personajes, discursos y acciones políticas a lo largo del S. XX[1] que asocian el consumo de alcohol en espacios marginales con el atraso, la pobreza, el suicidio y la decadencia social (Armendáriz, 2013; Enciso, 2015; Macías, 1995; Autrique, 2019); no igual con el consumo de alcohol en centros urbanos. Este tipo de discursos han contribuido a la estigmatización de comunidades, los espacios que habitan y las actividades que desempeñan (García, 2024; Armendáriz, 2013). Según el testimonio de productores de alcohol y exfuncionarios municipales de Aldama, Madera y Batopilas, en Chihuahua, al menos desde la década de los 70´s, la producción de sotol y lechuguilla artesanal se desarrolló en espacios rurales recónditos de manera clandestina, ya que esta actividad era combatida por policías estatales y militares. En estos operativos, las autoridades policiacas (judicial, cordada o militares) destruían las vinatas y decomisaban el alcohol, arrinconando su producción a espacios rurales cada vez más alejados de los centros urbanos. Sin embargo, entre los años 1999 y 2002 diversas asociaciones civiles e instituciones gubernamentales[2] iniciaron la tramitación para obtener la denominación de origen del sotol, y, paralelamente a esto, los operativos policiacos contra productores de sotol y lechuguilla cesaron. A partir de entonces, el sotol y la lechuguilla han experimentado procesos valorativos diferentes relacionados con sus contextos geográficos, políticos y sociales específicos. En tanto que la denominación de origen en 2002 del sotol comenzó a visibilizar esta bebida internacionalmente como única en el mundo que es parte del patrimonio gastronómico de México; la producción y circulación de lechuguilla siguió siendo estigmatizada por medio de discursos políticos locales relacionándola con la explotación indígena, la violencia y los suicidios entre jóvenes rarámuri (Sariego, 2002; Diario de los debates, 2003; 2011; 2012).

Fotografía 1. Horno de cocción de la lechuguilla en la Sierra Tarahumara. Autoría propia.

Clandestinaje del alcohol en Chihuahua

Mientras en Estados Unidos se expidió la Ley Volstead[3] para combatir la venta y producción de alcohol que propició su tráfico ilegal transfronterizo (Thompson, 1979; Escohotado, 2015; Braudel,1984), en el México posrevolucionario las acciones políticas en torno al alcohol se desarrollaron desde una postura cientificista, fundamentadas en argumentos racionalistas e higienistas, con tintes clasistas y racistas (Armendáriz, 2013). Las políticas públicas sobre el tema estaban sobre todo dirigidas a la instrucción moral de los sectores sociales más desfavorecidos, ya que la miseria era entendida como síntoma de una enfermedad social (Macías, 1995; Armendáriz 2013); por lo que no existió una prohibición nacional sobre el alcohol en strictu sensu[4].

Debido a esto, el estudio sobre el clandestinaje de alcoholes en México es una labor compleja que requiere una revisión de la historia, leyes, discursos políticos y testimonios locales, que nos permitan comprender los fundamentos de las persecuciones y represiones policiacas contra los productores de alcohol en el territorio mexicano, en este caso, localidades rurales en el estado de Chihuahua. Según el testimonio de productores y exfuncionarios municipales de Aldama, Madera y Batopilas, la persecución policiaca contra la producción y circulación de alcohol clandestino se remite al menos hacia la década de los 70´s, por lo que la producción de sotol y lechuguilla artesanal se desarrolló en espacios rurales recónditos y de difícil acceso.

La Ley de Alcoholes vigente en el estado de Chihuahua describe al clandestinaje como el “almacenaje, venta o porte de bebidas alcohólicas, sin contar con la licencia o permiso correspondiente vigente, o bien que no correspondan con el domicilio del establecimiento o lugar señalado en la licencia o permiso” (Ejecutivo estatal, 2017), por lo que la producción de sotol y lechuguilla artesanal es considerada una actividad clandestina por no contar con los permisos correspondientes para su manufactura, es decir, por su comercialización informal en el estado.

La “Ley que Regula el Funcionamiento de Establecimientos en los que se Expenden, Distribuyen o Ingieren Bebidas Alcohólicas” en el estado de Chihuahua se impide el funcionamiento de estos negocios en comisarías o secciones municipales donde el número de habitantes sea inferior a dos mil, facultando a las autoridades para clausurar y decomisar bebidas alcohólicas a quienes ‘vendan, distribuyan o consuman’ sin estar autorizados (Ejecutivo Estatal 1993); por lo que la persecución a productores de alcohol en Chihuahua se deriva de una prohibición parcial dirigida al combate del comercio informal y a su circulación en localidades en veda, consideradas así por tener menos de dos mil habitantes, es decir, pequeñas localidades y rancherías ubicadas en zonas áridas y serranas, espacios marginales con accesos tecnológicos muy limitados y en contextos adversos, ampliando las distancias entre las instituciones con las poblaciones campesinas históricamente marginadas.

Estigma del sotol y la lechuguilla: etnicidad, ruralidad y narcotráfico

Las zonas donde se produce alcohol artesanal en el estado de Chihuahua comparten espacios para el desarrollo de otras actividades del campo como la siembra y la ganadería, y en algunos de estos espacios, la siembra de mariguana y amapola ha sido parte importante de los sistemas económicos complementarios; por lo que el clandestinaje de alcohol, así como la criminalización de actividades agrícolas como la siembra de mariguana y amapola estigmatizan a poblaciones rurales, referenciándolas constantemente de manera negativa, mientras que sus espacios vitales son considerados como sitios donde se debe practicar la ley, propiciando el despliegue de operativos policiacos. Esta postura criminaliza a las poblaciones omitiendo aspectos estructurales fundamentales como la falta de accesos a servicios públicos básicos y las escasas opciones de desarrollo económico. Aunque las actividades en estos espacios se ajustan a necesidades apremiantes de las poblaciones que aseguran su supervivencia económica y política, el control policial y su violencia es legitimada socialmente por proceder del estado, mientras que las respuestas violentas de las poblaciones criminalizadas son consideradas ilegítimas (Das, 2004); paralelamente a este tipo de posturas políticas, España ha visto en la amapola un cultivo con atractivo turístico para reactivar la economía de pequeñas localidades (Vrbo, 2024).

Con esto, no quiero justificar ninguna forma de violencia, pues considero que cada persona toma decisiones sobre su vida (García, 2024), pero también es necesario hacer visibles aspectos políticos y económicos que permean en las subjetividades locales, que convierten a ciertas formas de violencia en aspectos estructurales que no se resolverán de manera represiva. Por ejemplo, una parte de la producción de lechuguilla se desarrolla en la región conocida como el triángulo dorado[5], caracterizada por ser la región más importante del narcotráfico en México, ubicado en la zona montañosa que divide a los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango y que es habitada por grupos indígenas y mestizos, contribuyendo a la creación de una cultura criminal permeada por la clandestinidad, la violencia y la desconfianza hacia las instituciones, relegando aún más a las poblaciones campesinas históricamente marginadas.

Fotografía 2. Restos de mariguana en una cueva usada para su secado y ocultamiento. Autoría propia.

Frecuentemente hablar de la Sierra Tarahumara, implica hablar de narcotráfico y cultura de la violencia, armas, homicidios, venganzas, consumo de alcohol y “en general, un clima de delincuencia que retratan interminablemente los narcocorridos serranos” (Sariego 2002:218). Mientras que la popularización del narco y su consecuente ola creativa expresada en diferentes industrias comerciales resalta y exotiza la violencia, el horror, el desmembramiento y el dolor (Santos, Urgelles y Vázquez, 2021), a la vez que en ámbitos políticos internacionales el “narcoterrorismo” toma cada vez más fuerza como discurso que pretende legitimar ataques violentos entre países[6].

Goffman (2006) en su trabajo sobre el estigma, señala que una de las pautas en las carreras morales accesibles a los estigmas, tienen que ver con un carácter innato que es socializado en una situación de desventaja que se reproduce a través del aprendizaje, incorporando los estándares en los cuales fracasan. En su análisis, el problema fundamental de los grupos estigmatizados es su lugar en la estructura social, donde las eventualidades que enfrentan en la interacción son solo una parte del problema que no puede entenderse sin el estudio de la historia, al desarrollo político y a las estrategias del grupo estigmatizado.

Sobre esta problemática, son pocos los estudios que analizan a la producción de alcohol y a la siembra de marihuana y amapola como actividades criminalizadas, es decir, que son construidas así por el estado por medio de discursos prohibicionistas bastante cuestionables, pero que impulsan, justifican y legitiman el ejercicio de una violencia sistemática contra habitantes de espacios específicos donde se desarrollan estas actividades. Como ejemplos que trascienden por su impacto social, tenemos a la operación cóndor[7] (1975-1978) y la guerra contra el narcotráfico[8] (2006), eventos que marcaron la vida de muchas personas en diferentes sectores del estado de Chihuahua bajo el argumento de combatir el narcotráfico. Aunado a esto, desde la clase política estatal han surgido discursos que estigmatizan a los diversos sectores rurales y a sus habitantes, así como algunas de sus expresiones culturales frecuentemente asociadas a la criminalidad y a la violencia como un atributo estructural (Goffman, 2006) desvalorizando sus actividades y modos de vida, legitimando la desigualdad y la exclusión que se ejercen desde diferentes espacios políticos (García, 2024).

En el Congreso del Estado de Chihuahua, son repetidos los discursos que estigmatizan el consumo de alcohol en espacios rurales solicitando la intervención del estado con el propósito de elaborar diagnósticos sobre las causas de suicidio entre jóvenes rarámuri; para implementar programas para atender problemas de drogadicción y alcoholismo en indígenas; e incluso, para penalizar el clandestinaje de alcohol llevado a cabo en espacios rurales. A continuación, expongo tres propuestas de distintos legisladores y facciones parlamentarias del congreso del estado para analizar percepciones y estigmas sobre el consumo de alcohol relacionándolo con la etnicidad, la ruralidad y la pobreza.

Entre los años 2002 y 2003, en la localidad de Turuachi, de Guadalupe y Calvo, se desencadenó una serie de suicidios de jóvenes rarámuri, lo que ocasionó una serie de discusiones en el Congreso del Estado de Chihuahua. En octubre de 2002, el diputado Héctor Barraza Chávez solicitó un punto de acuerdo para operar sobre el incremento de adicciones en zonas rurales del estado. Describe que, en los municipios de la sierra, el alcoholismo es asociado con graves problemas de marginación y el consumo de otras drogas:

Aunque reconocemos la lacerante realidad que prevalece en nuestros municipios serranos y reconocemos la característica de drogas legales que tienen las bebidas alcohólicas; no podemos ignorar los estragos que como consecuencia traen... y no podemos ignorar para la población... que vaya en el sentido de que no otorguen más licencias... -perdón- y no podemos ignorar los estragos que como consecuencia traen para quienes las usan de manera continua. Así como no podemos dejar de estremecernos ante la noticia manejada por los medios de comunicación sobre los hechos que se han suscitado en el Municipio de Guadalupe y Calvo, en la Sección Municipal de Turuachi, donde en poco más de un mes han aparecido ahorcados cuatro menores de edad que al parecer se han suicidado y donde otros más han intentado hacerlo […] En pláticas con las autoridades y vecinos de ese municipio hemos podido corroborar la versión que da la prensa en el sentido de que el alcoholismo es la principal causa de desintegración familiar y que sin duda pudo haber sido un factor fundamental para orillar a estos infantes a tomar una determinación de ese tamaño (Diario de los debates, 2002).

Siguiendo esta idea, el diputado solicitó la elaboración de un diagnóstico sobre la conducta suicida en la región. Meses después sobre esta discusión, el diputado Rubén Aguilar recomendó al secretario general de gobierno suspender temporalmente el funcionamiento de establecimientos con licencia de venta de bebidas alcohólicas en Turuachi. La asociación del suicidio con el consumo de alcohol por parte de legisladores locales invisibiliza aspectos estructurales de las poblaciones serranas, como lo es la presencia de grupos criminalizados[9], donde son pocas las oportunidades de desarrollo económico y los accesos a servicios básicos de salud, agua potable, educación, etc.

En octubre de 2011, un grupo parlamentario de Nueva Alianza presentó una iniciativa para exhortar al ejecutivo del estado para implementar programas que atiendan a jóvenes y adultos indígenas en condición de alcoholismo y drogadicción, relacionando este problema con el fracaso de los programas dirigidos a la población indígena:

Hay quienes dicen que son flojos, borrachos, irresponsables, ladrones y muchos calificativos más ofensivos y denigrantes. ¿Pero quién re…quién realmente conoce el porqué de su manera de actuar? Los antropólogos, los sociólogos y otros que escriben sobre los indígenas del Estado, creemos que deben investigar más a fondo el proceso de enviciamiento que afecta la condición social y cultural de los pueblos indígenas y proponer alternativas que les permita una mejor vida […] se empezó a elaborar la lechuguilla, bebida alcohólica, bastante nociva, casi tanto como el alcohol, la comercialización de estos productores ha sido en forma clandestina, ya que no existe un permiso legal para su distribución en comunidades indígenas […] la venta de ve… del vino, de licores, de aguardientes, cerveza, se encuentra en expendios autorizados, sobre todo en las poblaciones principales de la región serrana y de éstos salen en forma clandestina a otras poblaciones más pequeñas […] el auge de empleo ilícito ha generado una derrama económica considerable, ya que los que se dedican a emplear a indígenas en estos trabajos, la mayoría de las veces les pagan con alcohol o tóxicos, originando con esto el… el consumo indiscriminado del alcohol y tóxido… tóxicos en jóvenes y adultos indígenas (Diario de los Debates, 2011).

Aunque la propuesta de programas que atiendan el alcoholismo entre indígenas puede generar algo positivo, su implementación no basta. En el discurso de esta facción parlamentaria, se describe a la lechuguilla como una bebida bastante nociva, descalificándola por su estatus de clandestina, mientras que la embriaguez del indígena es asociada con su explotación racial. Este tipo de discursos desvalorizan y polarizan a las poblaciones serranas por su etnicidad y sus formas de vida, en vez de cuestionar aspectos estructurales que los propician. Según Goffman (2006) las normas sociales tienen influencia sobre la integridad sicológica de los individuos, y no basta el mero deseo de obrar siempre bien, sino que en muchos casos las personas no tienen control inmediato sobre las condiciones que infringen las normas: “es un problema que atañe a la condición del individuo, no a su voluntad” (Goffman, 2006 p. 151).

Otro ejemplo de este tipo de discursos, se dio en diciembre de 2012, cuando la diputada Guadalupe Rodríguez presentó una iniciativa ante el Congreso del Estado de Chihuahua donde solicita tipificar el clandestinaje de alcohol en el código penal para “obligar a quienes no se someten a las leyes del estado a respetar los valores cívicos, los principios de la cultura de la legalidad y el bienestar colectivo […] que dañan y permean directo a los sectores más débiles de la sociedad que son los menores de edad” (Diario de los Debates, 2012). La diputada también pide “tomar medidas más severas […] para que quienes hacen de la venta ilícita de bebidas alcohólicas un modus vivendi tomen en cuenta que las consecuencias de su conducta perniciosa trae consecuencias” (Diario de los Debates, 2012), explicitando su preocupación por la inobservancia de la veda “en comunidades serranas o rurales” donde “la venta de bebidas alcohólicas es una actividad prominente” que pone en riesgo “la seguridad de pequeñas comunidades” (Diario de los Debates, 2012). Aunque esta propuesta no fue aprobada, la intención de penalizar el clandestinaje de alcohol, haciendo énfasis en las comunidades rurales y serranas, deja ver una visión dual entre lo rural y lo no rural, requiriendo la intervención represiva del estado, como si el estado y estas comunidades persiguieran fines opuestos (Das, 2008), evidenciando también el estigma reproducido por parte de algunos miembros de la clase política.

A modo de conclusión, el clandestinaje y criminalización de alcohol, marihuana y amapola contribuyeron a la estigmatización de personas, espacios y expresiones culturales en localidades rurales de Chihuahua, justificando así el uso de violencia represiva por parte de autoridades policiacas de manera sistemática por medio de discursos prohibicionistas. Específicamente el clandestinaje de alcohol era perseguido ya sea, por su circulación informal, o al ser circulado en municipios en veda por no exceder los dos mil habitantes: el estigma contribuyó a la desvalorización de actividades y modos de vida en la ruralidad chihuahuense, agrandando las distancias sociales entre las realidades urbanas y rurales, separadas por la violencia, el miedo y la desconfianza.

En el año de 1999 las políticas públicas marcaron un hito deteniendo los operativos policiacos contra el clandestinaje de alcohol en Chihuahua. Aun después del cese de los operativos, en el Congreso del Estado se vinculaba su consumo al suicidio, la toxicidad y el sometimiento indígena, polarizando a las poblaciones indígenas y mestizas de las localidades serranas sin observar aspectos estructurales como lo son la falta de acceso a servicios básicos, legitimando la desigualdad y la exclusión ejercidos desde diferentes espacios políticos en nombre a la etnicidad, la ruralidad y la pobreza (García, 2024).

Páginas consultadas:

Vrbo. Conoce los campos de amapolas durante los meses de abril y septiembre. Consultado el 14 de julio de 2024. Disponible en: https://www.vrbo.com/es-es/guias-de-viaje/tipos-de-vacaciones/por-temporada/primavera/campos-de-amapolas-descubre-los-rojos-campos-en-abril-y-septiembre

Leyes citadas:

México. Ejecutivo estatal del Estado de Chihuahua. Ley de Alcoholes del Estado de Chihuahua. Publicada en el Periódico Oficial del Estado No. 101 del 20 de diciembre de 2017. Disponible en: https://www.congresochihuahua2.gob.mx/biblioteca/leyes/archivosLeyes/1347.pdf

México. Ejecutivo estatal del Estado de Chihuahua. Ley que regula el funcionamiento de establecimientos en los que se expenden, distribuyen o ingieren bebidas alcohólicas. Ley publicada en el Periódico Oficial del Estado No. 73 del 11 de septiembre de 1993. Disponible en: https://www.congresochihuahua2.gob.mx/biblioteca/legislacionAbrogada/archivosPdf/9.pdf

Material de archivo digital:

Diario de los debates de Chihuahua (5 de junio de 2003) 73.

Diario de los debates de Chihuahua (25 de octubre de 2011) 8.

Diario de los debates de Chihuahua (4 de diciembre de 2012) 20.

Secretaría de Economía y Instituto Mexicano de Propiedad Industrial. (8 de agosto de 2002). Declaración de protección a la denominación de origen Sotol [Comunicado de prensa]. https://sidof.segob.gob.mx/notas/721593

Bibliografía:

Armendáriz, Romero Vladimir. “La Tiranía de la Virtud: Las campañas antialcohólicas en la ciudad de Chihuahua (1920-1940)”. Tesis de Licenciatura. Universidad Autónoma de Chihuahua. Facultad de Filosofía y Letras, 2013.

Autrique Escobar, Cecilia. Los orígenes de los movimientos prohibicionistas del alcohol y las drogas: El caso de México (1917-1928). Historia y Grafía. N. 53. Universidad Iberoamericana: Departamento de Historia, 2019. Disponible en: https://www.revistahistoriaygrafia.com.mx/index.php/HyG/article/view/254

Braudel, F., Bordoy Hueso, V., Miguez, N., Perez Villanueva Tovar, I. y Ruiz Martin, F. (D.L. 1984). Civilización material, economía y capitalismo: Siglos XV-XVIII. Alianza.

Das, V. y Poole, D. (Eds.). (2004). Anthropology in the margins of the state. Oxford: Oxford University Press.

Enciso, F. (2015). Nuestra historia narcótica: Pasajes para (re)legalizar las drogas en México (Primera edición). Debate.

Escohotado, A. (1998). Historia general de las drogas; incluyendo el apéndice Fenomenología de las drogas. Espasa-Calpe.

García Mestizo, Ernesto Manuel. “Sociabilidad y violencia en el proceso de urbanización de una colonia popular: Etnografía en la periferia urbana de la ciudad de Xalapa”. Tesis doctoral. Universidad Iberoamericana, 2024.

Goffman, E. (2006). Estigma. La identidad deteriorada (1. Ed.). Buenos Aires: Amorrortu.

Macías, C. (1995). Vida y temperamento: Plutarco Elías Calles (1. ed.). Vida y pensamiento de México. Instituto Sonorense de Cultura; Gobierno del Estado de Sonora; Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca; Fondo de Cultura Económica.

Moloeznik, Marcos Pablo. Luis Astorga, Seguridad, traficantes y militares. (El poder y la sombra.) Tiempo de Memoria. Estud. front. 2008, vol.9, n.17, pp.189-195. Disponible en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-69612008000100006

Santos López, Danilo; Urgüelles Latorre, Ingrid; Vázquez Mejías, Ainhoa (Eds.). Narcotransmisiones, neoliberalismo e hiperconsumo en la era del #narcopop. Chihuahua: El Colegio de Chihuahua, 2021.

Sariego Rodríguez, J. L. (2002). El indigenismo en la tarahumara: Identidad, comunidad, relaciones interétnicas y desarrollo en la Sierra de Chihuahua (1. ed.). Colección Antropología social. Instituto Nacional Indigenista; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Taibo, P. I. (2006). Pancho Villa: Una biografía narrativa (1. ed.). Planeta

Thompson, Edward P. 1979 [1967]. “Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial.” Pp. 239-293 en Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial. Barcelona: Crítica, Grijalbo. [Trad. de “Time, Work-Discipline and Industrial Capitalism.” Past and Present 38: 56-97; 1967.]

 



[1] Plutarco Elías Calles anunciaba que “una de las causas de la decadencia de los pueblos ha sido el uso de las bebidas embriagantes que además de producir aniquilamiento físico y la perversión moral del individuo, es también uno económico” (Armendáriz, 2013 p. 106); Portes Gil afirmaba que “destruye la fuerza física y moral de (los) hombres, termina con la felicidad conyugal y, a causa de la degeneración que inflige a nuestros hijos, aniquila toda posibilidad patria de un futuro grandioso para la de los principales factores del malestar” (Armendáriz, 2013 p. 58); en Chihuahua, Silvestre Terrazas proclamaba el cierre de Tabernas para disminuir la criminalidad, mientras que Enrique Creel era llamado el “Apóstol infatigable de la temperancia y adversario resuelto del alcoholismo”, pese los Terrazas y Creel era propietarios de la planta cervecera de Chihuahua  (Armendáriz, 2013 p. 21).

[2] Asociación nacional de productores de sotol, A.C. (delegaciones Coahuila, Chihuahua, Durango), Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Gobierno del Estado de Durango, Gobierno del Estado de Chihuahua, Gobierno del Estado de Coahuila, Instituto Coahuilense de Ecología, Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (INIFAP), Productores de maguey y sus derivados, Secretaría de Economía (dirección general de normas), Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (delegación Coahuila, Chihuahua, durango), Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, Universidad Autónoma de Chihuahua, Universidad Regional del Norte (Diario Oficial de la Federación, 2004).

[3] Afamada ley penal que entró en vigor en EU en 1920 (Thompson, 1979).

[4] En el periodo revolucionario se desplegaron algunas iniciativas prohibicionistas de corta duración, como la ley seca impulsada en 1915 por Plutarco Elías Calles como gobernador de Sonora para perseguir a productores de bacanora y otras bebidas destiladas en dicho estado. durante esos años circuló en distintos medios que los traficantes de alcohol eran fusilados, aunque el decreto no condenaba a muerte a los infractores (Macías 1995). En Chihuahua, cuando Francisco Villa fue gobernador (diciembre-enero 1914) estableció una ley seca para el ejército rebelde bajo pena de fusilamiento, persiguió a productores clandestinos y “destruyó las vinatas que tenían permisos especiales” (Taibo, 2006:224), más allá de esto, resulta difícil hablar de una prohibición de alcoholes significativa en México a lo largo del s. XX.

[5] Zona conformada entre los límites de los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango, conocida por el cultivo de mariguana y amapola Sariego (2002).

[6] Este mismo discurso lo ha retomado Daniel Noboa, presidente de Ecuador, para justificar acciones represivas del estado, incluyendo el ataque a la embajada de México en ese país.

[7] Fue una estrategia militar antidroga comprendida entre 1975 y 1978 dirigida a la destrucción de cultivos de mariguana y amapola en la localidades productoras entre los límites de los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Durango (Moloeznik, 2008). En la práctica, los militares ejercieron exceso de violencia que incluyo desaparición de personas, tortura y detención de campesinos y otras personas locales sin órdenes de aprensión según el testimonio de diversas personas a las que entrevisté durante mi trabajo de campo.

[8] Una de las principales coyunturas de la violencia se ubica en 2008, después del inicio de la política de guerra del gobierno contra el narcotráfico, durante la administración de Felipe Calderón (2006-2012). En ese año, el número de muertes violentas se incrementó de manera abrupta e irrumpió sobre el sostenido descenso que se experimentaba desde 1990 (García, 2024)

[9] Con este término no pretendo justificar las acciones criminales llevadas a cabo en la sierra, sino que pretendo visibilizar su construcción como un proceso histórico, político y económico que ha agudizado los vórtices de violencia que se viven en la región.

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