Huerto Bokashi: cultivando autonomía y resistencia


Por Faridy Bujaidar y Aracely Chávez.

En las últimas décadas, el origen de los alimentos, la salud, la calidad de vida y el cuidado medioambiental, son preocupaciones cada vez más latentes dentro de los centros urbanos, espacios donde actualmente habita alrededor del 60% de la población mundial. Estas preocupaciones han encontrado en la agricultura urbana una forma de romper la antinomia entre ciudad y naturaleza como una vía hacia la autonomía financiera y alimentaria (Azoteas verdes de Guadalajara 2012).

En la ciudad de Chihuahua la agricultura urbana tiene una expresión en el Huerto Bokashi, ubicado en pleno centro de la ciudad. Este espacio surgió por iniciativa de Kenia, quien tiene 38 años y es originaria de Jiménez, Chihuahua, estudió la licenciatura en zootecnia en la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), trabajó dos años haciendo inventarios forestales en la Sierra Tarahumara y cinco años en la Secretaría de Desarrollo Rural durante; además de ser sembradora, también toca son jarocho con la agrupación “Son del desierto”. Hace dos años Kenia perdió su trabajo por el cambio de administración en gobierno del estado, y fue así como inició el huerto, como un acto político para su autonomía alimentaria y financiera, además de que desde hace tiempo tenía la inquietud de sembrar: “siempre había querido sembrar”, me dijo Kenia, mientras caminábamos por los pequeños pasillos de tierra con tomates cherry, chiles jalapeños, zanahorias y coliflores.

Fotografía 1. Cama de siembra de zanahorias. Autoría: F. Bujaidar.



La siembra no ha sido sencilla, Kenia ha ido aprendiendo, seleccionando algunos de sus cultivos de manera intuitiva y experimentando a base de prueba y error; su riego es por surco y me contó que las irregularidades en el piso han afectado sus los cultivos durante el riego, por lo que su sistema está en desarrollo continuo. Además de apostar por cultivos frescos, orgánicos y poco comunes, el huerto ofrece a sus consumidores vivir la experiencia de cosechar sus alimentos, experiencia que ella también goza cuando la expresión de niños y adultos cosechando; también tiene en mente convertirlo en una cafetería donde pueda ofertar alimentos preparados con productos del huerto.  

Fotografía 2. Plantas de chile jalapeño. Autoría: F. Bujaidar.


A la fecha, ha cultivado hierbas de olor como albahaca, yerbabuena, ruda, lavanda y romero; varios tipos de hortalizas como arúgula, acelgas, espinacas, repollo, col risada, betabel, zanahoria, tomates de colores, chile jalapeño, cebolla de rabo, cebolla morada calabaza bola; y maíz; también está experimentando con la siembra de girasoles en la parcela de un amigo suyo, y ya obtuvo su primera cosecha.

@bocanadasdelnorte En las últimas décadas, la agricultura urbana es una práctica que se ha ido popularizando en distintas ciudades de México y el mundo, debido a las crecientes preocupaciones por la alimentación saludable y por considerarla como una vía para la autonomía financiera y alimentaria. El #huertobokashi está ubicado en pleno centro de la ciudad se Chihuahua, y además de ser un lugar para el cultivo de la tierra, ha servido como centro cultural, donde se llevan a cabo reuniones musicales, reflexivas y afectivas. En este video Kenia nos muestra cómo cosechar zanahoria y nos platica un poco sobre la intervención humana en la pigmentación de esta planta. #cuu #chihuahua #agricultura #agriculturaurbana #huertosurbanos ♬ El Son Sin Fin - Los Cojolites

En mi visita fui acompañada por Gregorio, campesino y productor de lechuguilla de Batopilas que observaba el cultivo con mucha atención. Él y Kenia intercambiaron algunas dudas sobre sus diferentes experiencias con el cultivo cultivos en sus respectivos entornos: “¿no siembra tomate de bola?” le preguntó Gregorio. Kenia respondió que no y nos explicó que ella ha apostado a la siembra de cultivos poco comunes para poder darles un valor económico más elevado y ambos comenzaron a conversar sobre lo difícil que es volver redituable la siembra de alimentos a pequeña escala debido a los costos tan baratos que ofrece la industria agroalimentaria: “¿Cómo le pones precio a un cultivo que cuidaste durante meses?” preguntó Kenia en voz alta y siguió: “una zanahoria que cuidé durante 5 meses la vendo en 20 pesos, ¿cuánto puede costar un ajo que cuidé durante 9 meses?”. Ambos asintieron con la cabeza, consintiendo en la complejidad de valuar de manera justa sus cosechas frente a los bajos costos que ofrece la industria agrícola.

Fotografía 3. Kenia en el Huerto Bokashi. Autoría: F. Bujaidar.


Pero pese a esta dificultad, este tipo de iniciativas toman importancia como un posicionamiento político y una expresión de resistencia en contextos urbanos, en que las prácticas neoliberales de comercialización y consumo van desdibujando cada vez más los conocimientos sobre el origen de los alimentos.

La agricultura urbana se remite hacia contextos de crisis, como una implementación de políticas estatales durante los s. XIX y XX: la dotación de parcelas a ciudadanos y obreros con el propósito de generar insumos y completar recursos frente a la escasez alimentaria. Su operatividad aseguraba la subsistencia de pueblos en contextos de guerra y de crisis económicas y energéticas (Morán Alonso y Ajá Hernández 2011). El desarrollo de la agricultura urbana también tuvo lugar en las company-town dedicadas a la explotación minera y forestal, pero la siembra estaba controlada por el estado y se limitaba al autoconsumo, prohibiendo la venta de las cosechar para así evitar que la siembra se convirtiera en una alternativa económica para los obreros (Morán Alonso y Ajá Hernández 2011).

Es hasta la década de los 70´s que en Estados Unidos la agricultura urbana tomó nuevos propósitos y significados durante la recesión económica, que generó el abandono de centros residenciales urbanos. En este contexto surgieron nuevas iniciativas de colectivos comunitarios de crear huertos para la integración social y la educación ambiental, como la Green guerrilla[1] en Nueva York. Cuba también formó el Programa de Agricultura Urbana[2] a través de las políticas públicas (Morán Alonso y Ajá Hernández 2011).

El ejemplo en camino de éxito de Kenia, es solo uno de cientos implementados, sobre todo en las grandes ciudades, en donde un cada vez más  amplio sector de la población de mediana edad y joven,  está optando por una relación más cercana con su salud, con su cuerpo, con lo orgánico, y prepondera la alimentación saludable, el respeto al medio ambiente y sus procesos, algunos como productores primarios, otros como consumidores ecoresponsables y otros más como meramente negocio redituable en mediana escala que les permita una economía sustentable. Porque no solo se están dando resultados en la producción orgánica de alimentos de origen vegetal y animal, sino en el creciente mercado de las tisanas, tes e infusiones como medicinales, cosmetológicas y relajantes que dicho sea de ´paso se abren a un mercado ávido de lo natural.

Referencias

Azoteas verdes de Guadalajara. 2012. Manual de agricultura urbana. Guadalajara, Jal. ARVOL; Arte y Cultura por la Evolución.

Morán Alonso, N. y N. Ajá Hernández. 2011. “Historia de los huertos urbanos: De los huertos para pobres a los programas de agricultura urbana ecológica.” Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. https://oa.upm.es/12201/1/INVE_MEM_2011_96634.pdf.



[1] Esta organización fue famosa por el “bombardeo” de bolas de tierra con semillas a parcelas abandonadas; después ocuparon parcelas para cultivar. Este movimiento provocó que el ayuntamiento creara un departamento municipal para gestionar la cesión de terrenos públicos para huertos comunitarios.

[2] Este programa surgió cuando Cuba dejó de contar con importaciones de alimentos y combustible, crisis que generó una reorganización del modelo alimentario que les permitió diversificar los alimentos, recuperar alimentos locales.


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