Un oasis vegano

Por Carlos López

Desde hace mucho se dijo que se acaba la cultura donde empieza el olor de la carne asada y es bien sabido a qué zona se refiere esta frase. Si el norte de México tiene esa fama de ser “el país bárbaro”, o bien hablando de gastronomía, un lugar muy restringido en alimentación, no hay como pasar una breve temporada acá para saber que en estas tierras hay más que carne asada. No voy a escribir sobre la oferta gastronómica del norte de México, hay quienes ya lo han hecho, y lo seguirán haciendo. Pero hubo una suerte de casualidad en el que conociera a personas veganas en estas tierras carnívoras, y me hizo cuestionarme varias cosas, entre ellas ¿qué tan difícil es ser vegano en el país de la carne?


Fue el azar el que me llevó un sábado a media tarde al Tianguis Cultural Revolución un caluroso día de primavera. En pleno centro de la capital chihuahuense, a un costado del mausoleo de Villa, se acomodan cada semana un grupo de activistas, no hallo otra manera de llamarlos, que se ha comprometido durante los últimos ocho años a recuperar el espacio público, el parque Revolución, a reactivar las pequeñas economías locales, a producir sus propios objetos de consumo y, lo que más me llamó la atención, a procurar su propia alimentación y la de los asistentes desde la postura del veganismo.
En México es grande el consumo de carne, se estima que más de nueve millones de toneladas al año, lo que nos da un promedio de setenta kilos por persona (Consejo Mexicano de la Carne, 2021), lo cual nos coloca entre los países con un mayor consumo cárnico en el mundo (Hannah Ritchie, 2019). Hablando específicamente del estado grande el promedio por familia es de entre uno y dos kilos por semana, y si sumamos que más del 95% de las personas muestreadas declaró consumir carne, tenemos cifras importantes de análisis (Nuñez López et. al., 2010), no hablemos aquí de lo que cuesta producir toda esta carne.


Caminando entre puestos con jabones caseros, tabaco natural, impresiones de grabados de artistas locales, libretas, velas, artesanías en metal o hilo, trabajos en piel o tela, orgonitas, cuarzos, ámbar, jade, geodas, plantas, inciensos, playeras y más, me acerco a Zinnia, quien ha llevado este proyecto autogestivo por años, en situación de horizontalidad y en busca de generar comunidad. Ella me cuenta cómo empezó el proyecto, tratando de generar un ingreso familiar y comunitario en las calles del centro de la ciudad, para pasar a establecerse en su locación actual. Al principio no era la intención ofrecer comida, pero como parte del activismo y colaboración en el proyecto “comida no bombas” (proyecto dedicado a la recuperación de comida considerada de desecho y su redistribución entre la población) se planteó la posibilidad de ofrecer en el Tianguis, alimentos sanos y responsables, además de congruentes con la ideología del proyecto.
¿Qué si ha sido difícil? ¿Qué si costó trabajo consolidar? Está claro, hace años no había información sobre veganismo, me cuenta, la gente no sabía sobre el tema y el acercamiento era mínimo por desconocimiento. A esto hay que agregarle que las autoridades no han colaborado en la gestación de este espacio y en ocasiones hasta les han quitado del lugar e intentado clausurar sus actividades, sin embargo, el Tianguis Cultural Revolución ha resistido estos embates. Hoy, aparte de los productos que se ofrecen, se vende también comida a un precio justo y fomentan la lectura a través del intercambio de libros sin fines de lucro, porque la base de todo cambio es la información.


Pero regresando a la comida, lo que nos trajo aquí, el menú es variado: puedes probar tortas, comida hindú, tostadas de ceviche de champiñones con Zinnia, una lasagna, los dumplings de Jonathan o los tacos de guisado con Bonanza Cocina y acompañar con aguas frescas, café o un buen cacao, si queda un huequito aún hay tamales o las banderillas y boneless de Susurro Mágico y para el postre unas empanadas de manzana o incluso un pan de masa madre en Gourmeteando con Rulo. Vale la pena darse una vuelta por este oasis vegano.
Por último, quisiera reiterar lo importante que es apoyar y crear espacios como éste, sobre todo en sitios donde las condiciones son adversas; en Chihuahua el arraigo y tradición de consumo de carne es grande, la oferta de vegetales frescos y económicos limitada y aún con esto, un grupo de personas se adscribe al veganismo; reflexionemos con empatía el porqué lo hacen, apoyemos el comercio local, una buena forma puede ser echarnos un plato vegano, aunque sea de vez en sábado.





Bibliografía
Consejo Mexicano de la Carne. (2021). Compendio estadístico. 09/11/21, de Consejo Mexicano de la Carne Sitio web: https://comecarne.org/wp-content/uploads/2021/07/Compendio_Estad%C3%ADstico_2021_VF.pdf
Juan Javier Nuñez López, Juan Ángel Ortega Gutiérrez, Manuel Soto Zapata, Maria de Lourdes Rodríguez Aguilar. (2010). Factores socioeconomicos que determinan el consumo de carne de bovino en dos ciudades en Chihuahua, México. 09/11/21, de Tecnociencia Chihuahua Sitio web: http://tecnociencia.uach.mx/numeros/v4n3/data/Factores_socioeconomicos_que_determinan_el_consumo_de_carne_de_bovino_en_dos_ciudades_en_Chihuahua_Mexico.pdf
Hannah Ritchie. (2019). Qué países del mundo consumen más carne (y hay uno de Latinoamérica). 09/11/21, de BBC News Sitio web: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47119001

Síguenos en insta o en face

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujeres en la industria de los destilados en Chihuahua: guion escrito por Mercedes Macuitl para la mesa panel en el IV Coloquio Internacional Palimpsestos

Un patrimonio clandestino: estigma del alcohol artesanal en Chihuahua

Conocimiento y comunidad en la Primera Feria del Maíz en El Majoy