Un patrimonio clandestino: estigma del alcohol artesanal en Chihuahua
Por Faridy Bujaidar “El vino es la sangre de los trabajadores, lo que les da fuerza y el entusiasmo de cumplir su labor; es la compensación de su vida miserable, la fiesta a la que tienen derecho” Michel de Certeau La ilegalización de la producción de alcoholes en México está marcada por diferentes personajes, discursos y acciones políticas a lo largo del S. XX [1] que asocian el consumo de alcohol en espacios marginales con el atraso, la pobreza, el suicidio y la decadencia social (Armendáriz, 2013; Enciso, 2015; Macías, 1995; Autrique, 2019) ; no igual con el consumo de alcohol en centros urbanos. Este tipo de discursos han contribuido a la estigmatización de comunidades, los espacios que habitan y las actividades que desempeñan (García, 2024; Armendáriz, 2013). Según el testimonio de productores de alcohol y exfuncionarios municipales de Aldama, Madera y Batopilas, en Chihuahua, al menos desde la década de los 70´s, la producción de sotol y lechuguilla artesanal se desarrolló en